Reglas comunitarias y la naturaleza de la paternidad en el microscopio en este drama internacional.
La marca indeleble de la telenovela (o de la comedia barata) siempre ha sido muy difícil de eludir al salir en búsqueda de alguna serie mexicana que verdaderamente se pueda llamar buena con todas las de la ley. No queda duda de que en términos de escuela actoral, y en la retorcida idea de los productores de qué es lo que vende (desafortunadamente, creo que no es TAN retorcida), algo siempre nos regresa a ese modelo histriónico, simplista, burdo, exagerado y grotesco de lo telenovelesco.
Pero de cuando en cuando, finalmente aparece algún producto que genuinamente va detrás de una idea universal de calidad y de seriedad; e incluso un pasito más allá. Tal ha sido el caso reciente de una mini-serie que aborda una historia poderosa con balance y emotividad adulta, verdadera. Se trata de Nadie Nos Vio Partir una adaptación audiovisual de la novela biográfica del mismo nombre escrita por la mexicana-judía Tamara Trottner y publicada en abril de 2020 que, aunque no he podido leer, es evidente que sienta plenamente las bases para un viaje emocional de amplio potencial narrativo.
La serie en cuestión aborda un pasaje dramático en la historia de la familia de Tamara, incluyendo a su hermano Isaac, su padre Leo, su madre Valeria, así como prácticamente todo el agregado: abuelos, tías… y tíos políticos. Será difícil recrear aquí aunque sea una porción de los hechos, ya que por la forma ingeniosa en la que se encuentra reconstruida la historia, sería simple caer en los spoilers. Baste con decir que un conflicto entre el padre y la madre de Tamara, separará por varios años a los hijos de su madre, llevándolos por un viaje internacional lleno de drama y amor de (casi) todas las partes involucradas.
Además del trauma causado a los hijos y a su madre por este gran evento, la narración también tiene a bien retratar el crecimiento humano y personal de un personaje complejo como lo fue Leo, el padre de los niños. Al final, esta historia rehuye de las respuestas sencillas para los ideólogos que siempre las exigen: en Nadie nos vio partir observamos que tanto el amor de una madre como el de un padre son reales con todas las letras, y que si bien la vida, la familia y las convenciones sociales nos van llevando por unos u otros caminos, debemos asumir la responsabilidad de nuestras decisiones, cuyas repercusiones a veces serán justas y a veces no.
Hay varios otras aspectos que cabe remarcar de esta serie. Aunque unos cuantos de los actores son caras conocidas que hemos visto a través de las décadas, como Flavio Medina, Juan Manuel Bernal o Natasha Dupeyron, el elenco también nos esperanza con una renovación del medio actoral mexicano con interpretaciones protagónicas destacadas por parte de Tessa Ía y Emiliano Zurita, ambos de gran crecimiento en su oficio en los últimos años. Por otra parte, la ambientación en los 60’s se realiza con mucho mérito, mostrando un estudio de la moda, la música y la tecnología de la época. Finalmente, la música se utiliza también de buena manera, mezclando canciones modernas y antiguas, en español y otros idiomas, sin que se sienta muy forzado como tantas veces pasa.
En fin, justo esta serie me hizo recordar que en mi familia se vivió un caso similar en el que mi querido abuelo huyó con mi padre cuando este era un niño pequeño. Y siempre me pareció un gran, gran tipo ¿Qué puedo decir? La vida no es blanco y negro.